Gracias por haberme hecho esta persona que soy ahora. Por haberme hecho más segura, más inteligente, más sensible, menos inocente. Gracias por haberme enseñado que los cuentos de amor de princesas y príncipes son solo eso, cuentos.
Me enseñaste que en la vida hay personas buenas, pero también personas malas que se disfrazan de buenas. Gracias por haberme enseñado que decir te amo, no son palabras sagradas, que son palabras que cualquiera puede decir, pero no todos podemos sentir.
Me enseñaste a que por más que yo le abra a alguien las puertas de mi casa, de mi familia, de mi corazón, de mi cama, de mi vida, no quiere decir que esa persona me las abra a mí también.
Gracias por haberme dicho mirándome a los ojos que me amabas, que nunca me engañaste, que yo era la mujer de tú vida con la que querías tener hijos... En fin, gracias por tantas mentiras. Aprendí que de bellas palabras se enamoran las mujeres y que de esa forma es fácil llevarlas a la cama. Aprendí a ya no enamorarme de palabras sino de hechos. Mirando atrás, puedo decir que el año pasado me trajo más cosas malas que buenas pero también fue el año que más crecí. Me di cuenta de lo mucho que me desvalorizaba y lo mucho que me desvalorizaron. Ya no soy aquella nena inocente que se creía todo lo que le decían.
Cuando te crucé en la calle al ver tus ojos ya no vi a aquel chico dulce del que hace un año me enamoré. Dentro de tus ojos solo vi un gran vacío y me di cuenta de que estaba enamorada de una ilusión, de una mentira, de un cuento, de una máscara.. Finalmente gracias por haber sido el mayor error y la mejor lección. Tantas lágrimas no fueron en vano.
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