miércoles, 8 de diciembre de 2010

La felicidad tocó mi puerta

Ayer la felicidad toco mi puerta y la invite a tomar un café. Ella me enseñó muchas cosas de la vida, me dijo que puedo ser feliz con muy poco y triste con demasiado. Yo, le dije que, algunos días, la tristeza toca mi puerta y la recibo hasta con galletitas, y muchas veces, después de la merienda, la invito a comer. Además, le comenté que suele quedarse a dormir. También, acostumbra levantarse junto a mí y no soltarme en todo el día porque la tristeza es como una chicle en el zapato, es decir, demasiado difícil de despegar. 
Ella me contestó con total sinceridad que la tristeza necesita un poco de felicidad pero que nunca le abre la puerta a esta porque dice que sus problemas no tienen solución. Por mi parte, le dije que cuando estoy con la tristeza  pienso lo mismo pero que cada vez que la felicidad se aparece en mi casa mi opinión da un giro de 360º. En ese momento la felicidad me dijo:" Voy a hacerte una pregunta porque hace tiempo que tengo una gran duda ¿Por qué a mi me saludas ni bien termino mi café y a la tristeza siempre la invitas a dormir?".
Fue en ese momento cuando comprendí que la que no quiere alejarse de la tristeza soy yo ya que siempre la invito a que se quede un rato más y también la llevo a desayunar. Entonces le dije a la felicidad que se quede esa noche y todas las demás junto a mí. 

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