viernes, 8 de octubre de 2010

Chau

Estábamos los dos mirando el mar cuando la tarde moría como moría lo nuestro. Juro que no lo sabía. Mire para mi derecha y vi que desaparecías, grité con todas mis fuerzas y noté que no me oías.
Me quede toda la noche en la arena, intenté que algo valiera la pena. No puedo conseguir cambiar, ni corregir lo que me corre en las venas.
Corazón, hoy no dejes de latir, te alejaste un día, ahora decidiste venir. ¿Por qué habría de creerte? Hubiera dado la vida y mucho más por sólo volver a verte.
No podría darme el lujo de ceder ante tu llanto, no pienso abrir las heridas de haberte querido tanto.
Escuché pero dejé que te fueras, recordé todo lo libre que era. Chau.

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