viernes, 24 de septiembre de 2010

Siento un dolor tan hondo, tan profundo como una lanza surcada en el estómago. Y me invade una desesperanza que más parece una descarga eléctrica poderosísima que me deja nublada, ciega, somnolienta, imbésil, destartalada. Sin poder de decisión, inactiva e imperante.

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