No me voy a enganchar, quédense tranquilos. Esas fueron mis últimas palabras antes de conocerlo, antes de besarlo, antes de salir con él, antes de saber lo importante que sería en mi vida, antes de darme cuenta de lo que, luego, él me causaría.
Volví y les dije a las chicas que él era lo mejor, que era bueno, lindo, simpático, cariñoso y muchas cosas más. ¿Podía pedir alguna otra cosa? No, él era todo lo que buscaba, al menos eso pensaba. Seguí viéndolo por unos días y, como es de suponerse, me enganché, sí, mucho.
Un día, sin esperarlo me enteré que él había estado con otra, no lo creí, lo negué, se lo pregunté y, obviamente, me mintió. Le creí, a él no a mis amigas. Sí, lo sé fui una idiota ¿Cómo le voy a creer más a él que a ellas? No sé por qué lo hice, no lo sé. Hoy me arrepiento muchísimo de haber sido tan idiota, de haber caído en sus garras. Pero ¿Les cuento un secreto? Todas, absolutamente, TODAS caen. A todas lastima, a todas engaña, a todas les rompe el corazón porque si lo tendría que describir, diría que es un especialista en romper corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario